Durante mucho tiempo he escuchado la expresión “¡debes de ser humilde!”, incluso es la exhortación más común de los que estamos en Cristo.

Esto es toda una realidad, los cristianos debemos ser humildes, ¿pero cómo podemos serlo? Por la gracia del Señor encontramos en la carta de Pablo a los Filipenses la definición más exacta de lo que es la humildad a través del ejemplo más grande: la humillación de nuestro Señor Jesucristo.

Pablo fue informado de ciertos problemas que afectaban la comunión en la iglesia en Filipo, Pablo estando preso en Roma es inspirado por el Espíritu Santo para escribir una carta para exhortar a los filipenses a abandonar el egoísmo y abrazar la humildad.

Al inicio del capitulo 2, Pablo muestra su preocupación por la falta de humildad que podría gobernar a los filipenses, por ello los anima en el Señor a abandonar las contiendas y la vanagloria que provoca el egoísmo y abrazaran la humildad para la unidad de la iglesia (Fil. 2:1-3).

Al final del verso 3 Pablo da una definición inicial de la verdadera humildad:

3 “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;”

Humildad es considerar a los demás como superiores o más importantes que uno mismo. La palabra en griego que encontramos como superiores también puede ser “gobernadores de uno mismo”.

Humildad es la disposición del creyente de ser gobernado por otro(s).Esta humillación no es negativa sino positiva, es la actitud de un creyente que entiende que no viene a gobernar, a competir, a ser servido sino viene a servir, a ser gobernado por otros (Mateo 18:1-5).

Pablo habla de considerar a los demás como dignos de gobernar sobre uno mismo y agrega que los asuntos de los demás deben ser más importantes que los propios:

4 “no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.”

Pablo no se queda ahí y profundiza más en el concepto de la humildad animando a la iglesia a seguir los pasos de la humillación que Cristo hizo a favor de nosotros:

5 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,”

El Apóstol describe 8 aspectos que definen la humildad de nuestro Señor y que sirven de ejemplo para nosotros.

Los podemos ver como 8 peldaños de humillación que son hacia abajo, cada uno más bajo, más humillante, más humilde.

Vamos a Filipenses 2 y veamos desde el verso 5:

5 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,

Si avanzamos al verso 6, observa esto:

6 “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,”

Estas son las implicaciones de la exaltación de Cristo, ÉL TENÍA UNA ELEVADA POSICIÓN. Jesucristo es Dios, “siendo en forma de Dios”, la expresión se refiere a ser igual a Dios en forma, en sustancia, en existencia; la idea es que antes de que Jesucristo se hiciera hombre, en la eternidad pasada, Él preexistía como Dios siendo igual al Padre en todo. Jesús es divino, es Dios. Jesucristo es la Segunda Persona de la Trinidad.

Esa era su elevada posición, y estando en el peldaño más alto, siendo el Altísimo Dios, la máxima autoridad en el universo, Él decidió dejar su condición para humillarse.

¿Cómo fue que Jesús se humilló?

1.- Lo primero que hizo fue “no aferrarse”. Este es el primer peldaño hacia abajo.

6bno estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,” 

Ve la expresión repetitiva“el ser igual a Dios”. Jesús nunca negó ser igual a Dios, Él hacia las cosas que solo Dios podía hacer, Él era Dios hecho hombre.

Pero no se “aferró a eso”, “no se aferró al trono”, aun teniendo todos los derechos y privilegios de Dios que nunca podrá perder, decidió no aferrarse, decidió hacer a un lado los beneficios sublimes de la gloria para favorecer a pecadores como tú y como yo.

Muchos pelean títulos, posiciones, condición, nombramientos pero humildad es la capacidad de tomar todo eso para servir a los que consideramos en una condición inferior.

2.- Lo segundo que hizo en su humillación fue que “se despojo a sí mismo”. Este es el segundo peldaño.

7 «sino que se despojó(Kenoô) a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;”

Ve cómo Pablo traza un peldaño más hacia abajo, de lo divino a lo humano. Ten en cuenta algo muy importante, Jesús siendo Dios, en su humillación humana nunca dejó de ser Dios como algunos piensan.

Kenosis –en el griego es “desprenderse completamente de algo, vaciarse, vano, vacío de contenido”–. Jesús se desprendió, se vació de todo vestigio de superioridad y privilegio, y se negó a hacer valer todo derecho divino para Su propia conveniencia, Él no descendía a la tierra para hacer valer sus derechos sino para hacerlos a un lado en favor de pecadores.

El Señor no dejó de ser divino, sino que dejó a un lado cientos de aspectos de su carácter divino para cumplir con servidumbre y humildad lo que el Padre le comisionó: salvar a los pecadores a través de su muerte.

Él se despojó momentáneamente de su gloria celestial, se despojó de su independencia en su autoridad divina, del ejercicio de algunos de sus atributos divinos, de sus riquezas eternas, pero nunca dejó de ser Dios.

De la misma forma, el creyente no solo debe abandonar sus títulos sino también sus privilegios para ponerlos al servicio a los demás. 

3.- Lo tercero fue que “tomó forma de siervo”. El tercer peldaño.

Ve esto: siendo en forma de Dios (igual a Dios, siendo Dios), voluntariamente no solo se hizo hombre sino un hombre en esencia y forma de siervo –que en escritos críticos es “nulos”–. Jesús decidió convertirse en un esclavo.

Él vivía para el Padre, Él no vino al mundo a hacer lo que quiso sino vino a hacer la voluntad del que lo envió. Él sería el Siervo de Dios que llevaría el pecado del mundo; un hombre natural no podría con semejante carga, tenía que ser el Dios-Hombre, solo el siervo de Dios podría llevar la carga que el Padre le pondría“Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).

De la misma forma, quien tiene el Espíritu Santo debe de humillarse para convertirse en esclavo de los demás, no considerando su vida para su propio servicio sino para el servicio de otros.

4.- Lo cuarto: “hecho semejante a nosotros”. Cuarto peldaño de la humildad.

7“sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;”

Jesús no era solo parecido a nosotros sino era realmente humano, era un hombre verdadero, un hombre distinto. Él fue un bebé que estuvo en el vientre de María pero que fue concebido por el Espíritu Santo, no por un hombre. Él es el Hombre-Divino, verdaderamente hombre, verdaderamente Dios.

Si Dios fue capaz de humillarse de tal manera, nosotros no tenemos ningún argumento para no hacer lo mismo.

5.- El quinto peldaño: “y estando en la condición de hombre”.

8 “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

Jesús tenía la condición de hombre, esto enfatiza la realidad de su verdadera humanidad. Su familia, los apóstoles, los que lo conocieron en carne nunca negaron la humanidad de Jesús. El profeta Isaías lo había profetizado así:

Isaías 53:3 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

3 “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.”

Para la cultura greco-romana (recordemos que los filipenses tenían ese trasfondo) era imposible que Dios se hiciera hombre, tal cosa era una humillación, lo espiritual no podía interactuar con la carne, lo divino no podía ser humano, pero Jesús es la muestra de que Dios tuvo una disposición humilde para humillarse y hacerse hombre con un propósito. 

6.- El sexto peldaño que Jesús bajó en Su humillación: “se humilló a sí mismo”.

8“y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

Humilló – La palabra en griego es tapeinoô” “rebajarse”. Él decidió descender, Él decidió humillarse, Él decidió rebajarse a sí mismo y no fue forzado, impuesto, obligado; Él se humilló a sí mismo no solo delante de Dios sino delante de los hombres:

Juan 10:18 Reina-Valera 1960

18 “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”

Cuando un cristiano se humilla no debe ser por coacción sino por convicción, cualquier acto de humillación que no es de corazón es hipocresía y eso desagrada a Dios. El Espíritu Santo nos lleva a obrar con sinceridad delante de los demás, no es fácil ser humilde si lo hacemos en nuestras propias fuerzas, pero es el Espíritu Santo el que nos lleva a la humildad. 

7.- Y si esto fuera poco, el Señor sigue un peldaño más hacia abajo, el séptimo, “haciéndose obediente hasta la muerte”.

8“y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

Jesús no bajó de vacaciones a la tierra, Él sabía que venía a morir, Él estuvo dispuesto a sufrir la humillación y la degradación de la muerte, esa era la voluntad del Padre.

Jesús oró al Padre “pasa de mí esta copa” pero sabía que la voluntad del Padre era que tomara la copa de Su ira por los pecados de los hombres, la muerte de Jesús era inminente y necesaria.

Un creyente debe entender que Dios no lo puso en esta tierra para hacer lo que quiere, lo puso para servir a los demás, para humillarse y en esa actitud encontrar su felicidad:

Hechos 20:35b

“Más bienaventurado es dar que recibir.”

8.- El último escalón en el descenso del Señor, Él fue más abajo “hasta la muerte, y muerte de cruz”.

8“y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

Jesús no murió como un hombre justo aunque lo era, no murió en su cama, ni siquiera murió como murió Juan el Bautista con una rápida decapitación, se había profetizado que Jesucristo moriría en una cruz. Era la cruz la forma de ejecución más despiadada de todas, la forma como morían los peores delincuentes. Fue su más grande humillación, ser considerado más digno de la cruz que Barrabás.

Pero Cristo sabía que la cruz era el único camino para la redención de la humanidad caída, para los hombres era su castigo, pero para Cristo era Su gloria.

De la misma forma un creyente debe hacer lo que sea necesario para servir con humildad a los demás. Es difícil que se presente la situación en donde tengamos que morir para favorecer a otros, pero en muchas ocaciones he visto a cristianos que prefieren “morirse” antes que humillarse delante de los demás.

Ahora esto tiene una recompensa celestial:

9 “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,

10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;

11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”

Después de la humillación de Cristo vino Su exaltación, Dios lo puso como suma autoridad del universo. Esa escalera de humillación fue hacia abajo, cuando estudiamos la vida de Jesús a través de los evangelios nos damos cuenta que fue así: cada día el Señor descendía más y más pero al ser resucitado Dios Padre lo exaltó y le dio el nombramiento de la máxima autoridad sobre todo, Él es el Señor. 

Ante los ojos humanos, Jesús descendía en esa escalera pero la realidad es que espiritualmente, cada día de su vida ascendía a su exaltación. Esos 8 escalones realmente no iban hacia abajo sino hacia arriba.

De la misma forma un creyente antes de ser exaltado debe ser humillado, pero si con convicción espiritual nosotros nos humillamos, Dios a su tiempo nos exaltará:

Salmos 138:6 Reina-Valera 1960

6  “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde,

Mas al altivo mira de lejos.”

La humildad no es solo una definición sino el estilo de vida de un verdadero creyente. Pidamos a Dios que en Su Poder nos permita imitar el más grande ejemplo de humildad que los hombres han tenido, el de nuestro Señor Jesucristo.